Esta entrada es una experiencia más y una opinión personal sobre el notorio trabajo de comercial o “distribuidor” que oferta Herbalife. Se ha dicho sobre ellos que estafan a este tipo de trabajadores. Buscad en Google “Herbalife estafa”. He leído también críticas a sus productos, pero pasemos al tema de sus trabajadores. Esta posible estafa consiste, por lo que yo he entendido, en que el comercial compra primero los productos de Herbalife, de su bolsillo, y luego los vende. Herbalife cobraría una comisión y en caso de pérdidas, bueno, parece que el que se lo come es el comercial.
Dicho esto, recibo en mi teléfono una llamada para una entrevista en la calle Orense, 10, para Herbalife. Me resulta sorprendente, chocante, que la persona me pide permiso para hacerme unas preguntas en primer lugar y lo que pregunta es si ya conocía Herbalife. A mí me gustan bastante poco los deportes televisados y no había reparado nunca en los sponsors de Herbalife. Me sonaba el nombre y ya. Así que respondo, sin estar yo mismo demasiado seguro, que me suena de haberlo visto en tiendas o anuncios. Ahora ya sabiendo todo esto me pregunto si estos entrevistadores de verdad esperan que alguien les responda: “Sí, bueno, he buscado en Google la empresa y aparece gente quejándose de que es una estafa”. Otra cosa que me parece extraña es la tremenda insistencia de esta persona en acudir a la entrevista “formal” y “con zapatos”. Colgamos. Me pongo a buscar en mis habituales bolsas de empleo la oferta, pero no la consigo encontrar. Son tantas ofertas y tantas páginas de búsqueda de empleo que no recuerdo haberme inscrito. En algunas páginas, como InfoJobs, las empresas pueden navegar por los demandantes de empleo, si se tiene así configurado el perfil. Quizás me hayan encontrado así. La curiosidad, y el convencimiento de que todas las entrevistas sirven para aprender, hacen que resuelva ir a la entrevista, aun después de haber leído las críticas, y pese a no saber muy bien cómo han dado conmigo.
Llego puntual a la cita y al entrar en el portal advierto a dos porteros, con un pin en el cuello del traje donde se lee I love Herbalife. Me preguntan si vengo por la entrevista, y me piden que espere, que están montando la sala. Espero. Conmigo empiezan a hacer cola también los otros citados. Gente de todo tipo. Desde los veintipico años a los cincuenta. Al entrar, como han dicho otros, nos reciben muchos recepcionistas agitados pero sonrientes que saludan cordialísimamente con un buen apretón de manos. Somos una treintena o por ahí los que hemos venido. Nos hacen esperar hasta ser llamados por quien nos llamó por teléfono. Llegado el momento, aparece el que se encarga de mí y me invita a sentarme y esperar en una sala grande, de audiencias, donde hay un proyector, una tarima y un atril. Van llenándose los asientos. A ambos lados de la tarima donde habla el ponente, y como custodiando el lienzo del proyector, una bandera de España y otra de EEUU. En un lateral, un póster enorme de Messi luciendo el logo de Herbalife y junto a él, el de un baloncestista que no sé quién es. Veo también una mesita y estanterías en ambos extremos de la habitación con productos y folletos de Herbalife.
Mientras van acomodando a la gente, el portátil conectado al proyector reproduce varios vídeos con música marchosa en la que salen personalidades del deporte internacional haciendo gala de Herbalife. Futbolistas haciendo impresionantes chilenas a cámara lenta, Beckham luciéndose, Messi superándose a sí mismo. Desafío tras desafío. En Europa, en América, en Asia. Son varios vídeos relativamente cortos que dan cuenta del alcance y éxito mundial de esta empresa. La música me recuerda a esos anuncios de campeonatos de fútbol (ésos que suelen terminar con un patrocinio de MasterCard) que tienen música épica como si fuera una batalla de película de acción hollywoodiense.
El siguiente paso, tras una ligera espera, es rellenar una ficha, no más de un folio, con nuestros datos personales. Nada excesivamente invasivo: nombre, apellidos, dirección, teléfono, nivel académico, idiomas, banda salarial, etc. Tras ello sube y se presenta la ponente principal, que nos cuenta con un PowerPoint los principales aspectos de Herbalife: su historia, grandes personalidades que están en la empresa, sus productos, etc. Explica de manera rápida el sistema de cobro que seguiría el empleado y menciona que como requisito para trabajar el comercial tiene que solicitar al Estado que le expida una “licencia de distribuidor” que sale por 120 ó 130€, si la memoria no me falla. Salvo esto, en ningún momento se ha dicho explícitamente que hay que hacer un desembolso de dinero propio para trabajar, para comprar los productos a vender. Igual eso queda para la entrevista personal posterior, o para el curso de formación que creo se imparte al día siguiente. No lo sabré.
Como esperaba tras haber leído las crónicas en Internet de otras personas, la ponente da, al final de su exposición, la palabra a los trabajadores más recientes de la empresa, entre ellos, el que me citó a mí para la entrevista. Cada una de estas personas va contando su testimonio, luego les aplaudimos en cuanto terminan y dan paso al siguiente. A lo mejor pasan ante nosotros algo más de diez personas. Los testimonios siguen más o menos una estructura similar: 1) Mi vida antes tenía un problema equis (sobrepeso, ansiedad, poca masa muscular, fatiga); 2) Conozco Herbalife; 3) Mi salud/calidad de vida mejora; 4) Estoy tan encantado que paso a trabajar para Herbalife vendiendo sus productos, trabajando a mi ritmo y facturo al mes tantos euros (si mal no recuerdo, los rangos de ganancias al mes iban de los 500 ó 600 hasta 8000€ el último ponente, quien, además, me dio la sensación de que era un peso pesado dentro de la oficina). Caigo en la cuenta de que estas personas son también muy dispares. Imagino que igual que la audiencia. Gente del malogrado sector de la construcción, mecánicos, universitarios, funcionarios, etc. También de manera similar a la audiencia, hay gente de todas las edades, colores, vendedores, etc. Ponen de relieve que el trabajo es flexibilísimo (de ahí la disparidad de ingresos): te vale si tienes un niño que cuidar, si tienes que estudiar, si tienes otro trabajo, si quieres trabajar a tiempo completo. De todo. Algunos portan fotografías impresas que muestran la mejoría física a raíz de tomar Herbalife. Por lo que puedo apreciar –soy algo miope–, parecen ser honestos con las fotos y no ponen a otra persona que se le parezca. No puedo evitar advertir que la ponente principal, que ahora permanece en silencio, dominando desde el atril toda la estancia, pareciera juzgar con la mirada a los que van contando su testimonio. Igual es su jefa.
Ya ha pasado poco más de una hora. Ahora nos piden que esperemos y la persona que nos citó nos llamará enseguida para una entrevista individual. Llega mi turno y la persona en cuestión me lleva a una habitación con muchas mesas, en las que están entrevistando otras personas, y me invita a sentarme. En una mesa sencillita, y con un trato bastante cercano, me pregunta acerca de mis impresiones. Le hago saber que no me convence y sin dejar de sonreír me entrega su tarjeta y me despide con otro buen apretón de manos. Para casita.
Me dio la sensación de que habían pulido este procedimiento hasta la perfección, utilizando con soltura técnicas que los psicólogos sociales han identificado para que la persuasión sea más efectiva. En varios puntos de la entrevista, intentaron que percibiéramos como similares a los trabajadores de Herbalife. Como si pudieran ser perfectamente uno de nosotros. ¿Para qué? Si yo te considero parecido a mí, me voy a creer más lo que me digas que si me lo cuenta alguien que me produce indiferencia o rechazo. También me puede caer mejor alguien de mi equipo que el de otra zona. A mí me recibió un chaval de mi edad, apuesto y caucásico, pero me dio la sensación que a los compañeros sudamericanos los acomodaba una mujer sudamericana guapa y arreglada. Las personas que dieron su testimonio parecían personas «normales» y ésa era la impresión que querían transmitir.
Si asociamos algo que consideramos positivo, a algo que ni fu ni fa, o a algo negativo, se puede lograr que se le pegue algo de positivo. Por ello había un póster enorme de Messi, jugador de la más alta élite. Por ello, salían Beckham y demás grandes deportistas en los épicos vídeos. En línea muy similar con esto, si yo te digo que han descubierto un nuevo planeta orbitando en el Sistema Solar tiene bastante menos credibilidad e influencia que si lo ves publicado por el equipo de investigación de la NASA. Si la fuente tiene fama y prestigio de credibilidad, casi tiene todo el trabajo hecho. Quizá en conocimiento de este mecanismo, la ponente hizo hincapié en que en Herbalife han estado o están premios Nobel, exconsejeros de Obama y Clinton, y demás gente muy lista. En ninguna entrevista me había encontrado con que una empresa necesite cuarenta y cinco minutos de propaganda para decirme lo gloriosa que es antes de ponerse a hablar de las condiciones del trabajo.
En definitiva, mi opinión es que esto no es trigo limpio y tiene cierto aire sectario-religionario.