Me sorprendo cada vez que veo a la gente con altísimas expectativas (hype) por Game of Thrones, sobre todo en un ambiente laboral. Aquí el porqué.

Dejé de ver Game of Thrones en la temporada 3, si la memoria no me falla. Me mosqueaba que la historia estaba desarrollándose más rápidamente que el régimen de publicación de los libros. El tiempo me ha dado la razón. La nueva temporada de Game of Thrones que ha salido hace poco ya ha sobrepasado a los libros. Martin ha dicho que tal vez el sexto libro de Canción de Hielo y Fuego salga este año, aunque también puede que salga el que viene. Tal vez no salga nunca.

El quinto libro terminó con una incertidumbre, un qué habrá pasado, que gracias a la serie ya me ha sido destripado. O, más bien, gracias a los fans, a los memes, a los anuncios de publicidad. El tema es que Game of Thrones se ha vuelto tan popular, tan mainstream, que apenas puedo creérmelo.

Cuando estaba en bachillerato y en la universidad, estaba muy metido en El Señor de los Anillos y en Canción de Hielo y Fuego. Estas aficiones, al menos en mi entorno, se percibían un tanto infantiles, y frecuentemente estaban asociadas con el estereotipo de hombre regordete con pocas habilidades sociales, especialmente aquellas referidas a las mujeres. Leer Canción de Hielo y Fuego y similares te podía posicionar como friki sin estatus en según qué ambientes.

No obstante, el panorama ha cambiado. Hoy en día, Game of Thrones es tan popular como lo podría haber sido Friends en su época. Personas en sus treinta, cuarenta e incluso cincuenta, hablan con profusión sobre Game of Thrones. Personas nada sospechosas de pertenecer al colectivo friki. Quiero decir, adultos ya con edad debatiendo sobre asuntos de fantasía épica, como si de un cónclave de frikis se tratara. Observar a compañeros de trabajo al uso, con sus hijos, sus bolsos de Bimba y Lola, debatir sobre Game of Thrones se me antoja raro como a un santo dos pistolas. Más aun cuando, después de hablar de Game of Thrones, pasan a hablar del fútbol, First Dates, Máster Chef o Sálvame.

Llegados a este punto, tengo varias dudas. ¿Es la fantasía épica más aceptada socialmente? ¿La gente ha abandonado el prejuicio contra el friki? ¿O quizá la serie es tan buena que la sociedad, libre de prejuicios, lo ha adoptado como un entretenimiento sin más?

¿O tal vez estemos ante la enésima entrega de Subirse al carro?

Echemos un vistazo a esta oferta de trabajo que vi en LinkedIn.

jump in the bandwagon

Casi nada, ¿eh? Daenerys Targaryen en un anuncio de una web de compraventa de inmuebles.

Hay otro factor en juego. Las series están de moda. La gente ya no pide que le recomiendes una película. Te preguntan por series. Si las series no fueran tan populares, no creo que Game of Thrones pudiera haber llegado hasta aquí. Ojo, que opino que la serie, al menos hasta donde he visto, está muy bien. Pero hay muchas producciones culturales que lo están y no adquieren este nivel de fama.

A lo mejor simplemente lo que ocurre es que me da rabia que esta historia de frikis, que percibía como algo mío, esté ahora en boca de todos. Y, quitémonos la careta, en boca de gente que también ve Sálvame.

Me acuerdo de cómo me hubiera gustado cuando leía los libros que hicieran una película de Canción de Hielo y Fuego. Estaba fascinado con El Señor de los Anillos de Peter Jackson, al fin y al cabo. Ten cuidado con lo que deseas.

Cada poco tiempo, en el mundo de la empresa, especialmente el de aquel terreno difuso y movedizo de la Consultoría, surgen modas. Estas modas las crean grandes empresas proveedoras de tecnología, think tanks o entidades poderosas, grupos de opinión, etc. Luego, cada líder o empresario que se precie debe repetirlas para no quedarse fuera. Se las crea o no.

Hablo del emprendimiento, el 2.0, la gamificación… Hoy desempolvo este descuidado blog para escribir unas reflexiones sobre una de estas modas: la responsabilidad social corporativa.

La manera típica de definir este concepto es con este motto: La empresa equis ha obtenido beneficio de la sociedad, así que, ¿por qué no va a revertir parte de ese beneficio en la sociedad? En el plano teórico esto es maravilloso, como muchos de estos conceptos bonitos que se ponen de moda en sectores como consultoría, márketing, publicidad, etc. Pero en el terreno de lo práctico he visto cosas algo alejadas de este ideal.

Como es el concepto de moda, de pronto brota toda una hueste de cantamañanas con títulos como advisors, consultants y formadores de responsabilidad social corporativa (RSC, a partir de ahora). Y, por supuesto, multitud de empresas de formación de calidad dudosa tardan lo mismo que el batir de alas de un colibrí en lanzar al mercado cursos de formación sobre esto (si es solo para líderes o directivos, mejor). De igual modo que tenemos cursos y másteres en emprendimiento, en sea usted creativo, y,  en gamificación, tenemos también cursos sobre cómo ser solidario desde la empresa con RSC.

El subirse al carro es algo fundamental en este tipo de actividades empresariales. Aunque no solo en estos sectores. Empresas más tradicionales, como la macro constructora FCC elabora informes de RSC. Curioso, ¿no? A una empresa que está salpicada por los papeles de Bárcenas se le llena la boca con la RSC mientras se dice que hace el habitual contubernio con las adjudicaciones, pliegos, donativos y tráficos de influencias.

Y es a eso lo que me refiero. Puedes hacer un curso sobre Gamification y que no está para nada gamificado en su funcionamiento, como es el -a pesar de eso- buen curso de Coursera al respecto. También puedes elaborar en tu empresa informes de RSC cuando has seguido el modelo del pelotazo del ladrillo y las concesiones.

Pongo más ejemplos. Y, aunque ahora no los referencio, son ejemplos de empresas reales que han llegado a mis oídos. Puedes impartir un máster universitario sobre RSC, y al mismo tiempo, te sirves del SEPE para coger gente con el pretexto de impartirles un curso, ponerles a currar unos meses mientras dura el curso (sin retribución), y cuando se acaba la formación, contratarles (ya que el SEPE obliga) por poco más del salario mínimo. Imaginemos que el ideólogo de esta trampa luego acaba siendo coach para directivos. Otro ejemplo: puedes vender cursos de habilidades de emprendimiento, de RSC a otros, y luego tener la propia empresa llena de becarios que acceden mediante un curso (para hacer convenio) que tienen que poner de su bolsillo.

Por eso, cada vez que leo RSC me entran ganas de poner a estos empresaurios a currar en las mismas condiciones que tienen a sus empleados y que, ahora sí, sigan promocionando la RSC. Si bien también he visto ejemplos honrosos de ello, activo todas las alarmas cuando veo a alguien que va vendiendo RSC por ahí.

He de comenzar esta entrada diciendo que ni soy seguidor ni conocedor de la saga Castlevania en su conjunto. Simplemente un jugador ocasional de algunos de sus títulos. La crítica siguiente son mis impresiones aisladas sobre este juego. Por lo tanto, no lo pongo en relación con otros títulos de la saga.

gbelmontCastlevania: Lords of Shadow es un juego de 2010, pero que vio la luz para PC en 2013, y es ésta versión la que yo he jugado. Se trata de un Castlevania en 3D que mezcla ir soltando hostias (hack and slash) con plataformas. La Ultimate Edition viene con un par de DLC que añaden dos capítulos cortos al final. Resumiendo en una frase: es un juego bastante entretenido.

 

Tiene una historia más o menos desarrollada y unos personajes bien entretenidos. En otras reviews de usuarios de Steam se dice que el juego es injugable sin tener gamepad. Esto es falso a medias. Hay partes del juego en que es un plataformas totalmente y al tener que ajustar bien el salto, se puede caer uno bastantes veces antes, precisamente porque los saltos en un movimiento diagonal no van bien. Llegado un momento es necesario hacer un movimiento en diagonal sobre unas baldosas mágicas para seguir en el juego y con el teclado parece imposible. Solución: tanto lo de los saltos como lo del movimiento en diagonal se arreglan cambiando de WASD a arriba-abajo-izda-dcha. Luego se vuelve a poner como estaba y listo.

Imagen propiedad de Meristation

El juego tiene una parte artística muy cuidada. Los escenarios están bastante bien dibujados y resulta bastante inmersivo. La ambientación católico-medieval mezclada con el típico folklore de demonios, deidades, espectros, zombis, etc. resulta, cuanto menos, curiosa. Las cutscenes son un gran trabajo de animación. Me llamó la atención lo trabajada que estaba la expresión emocional de Belmont -el protagonista- en algunos momentos, sobre todo tras la escena que aparece tras derrotar al jefe final antes de los DLC. Me figuro que recrear este tipo de expresiones faciales en animación 3D requerirá gran esfuerzo. Los enemigos son muy variados y algunos son muy entretenidos de vencer. He leído gente quejarse de la cámara y cómo ésta dificulta el juego. Es cierto que no se tiene control sobre ella, pero pocas veces me ha resultado una molestia.

La música verdaderamente merece mención aparte. Óscar Araujo junto con la orquesta de Bratislava ponen una banda sonora que me ha recordado en muchos momentos a la que compusiera Howard Shore para El Señor de los Anillos. Casa muy bien con el juego.

 

La jugabilidad es interesante. Es un juego que realmente requiere aprender a jugarlo y, por ello, al principio puede resultar aburrido. La curva de aprendizaje no es, digamos, progresiva. Al principio me requirió un esfuerzo inicial importante. Luego fue mucho más fluido. Según Belmont va aprendiendo movimientos, los combos se vuelven más bestias, aunque al final uno acaba usando siempre unos pocos, porque llegan a ser numerosos. Además de lo mencionado de repartir leches y plataformas, hay mini puzles del tipo darle al coco y probar combinaciones. El juego tiene cierto aire a RPG en el sentido de que aumentas el poder de tu personaje a través de habilidades y mejoras. Pero no es un RPG. Habrá un jefe al final de casi todos los capítulos. Algunos de los combates son un verdadero reto, especialmente el jefe del último capítulo de los DLC de la Ultimate Edition.

En definitiva, recomiendo totalmente este juego. Es un juego que dura en el recuerdo y que merece el tiempo y el dinero.

La soledad comienza

Publicado: diciembre 29, 2013 en Música
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Suelo estar abierto a escuchar variedad de géneros musicales con el afán de descubrir grupos y estilos. En esta tesitura quiero escribir una entrada sobre mis primeras impresiones acerca del rap.

Un colega de un antiguo curro, quien fuera mi principal fuente de conocimiento en este género musical, me dio a conocer la escena zaragozana del rap español que, por lo visto, se aleja bastante de esa otra imagen del rap, más gangsta, coches, alcohol, putas y forrarse (que es algo que, particularmente, me provoca cierto rechazo).

Como epítome de esta breve andadura por el rap español quiero destacar la canción La soledad comienza del rapero Xhelazz (pronunciado ché·las).

En esta canción, y en otras de este rapero, he descubierto una serie de reflexiones sobre la condición humana que no estoy acostumbrado a encontrar en formato mp3. Me resultó curioso encontrar en la Wikipedia que el nombre de su álbum, El soñador elegido, viene de la traducción literal del nombre de Jalil Yibrán, poeta y escritor libanés. Por curiosidad me leí Las Alas Rotas, pequeña novela de este escritor que da nombre a otra canción del rapero. Es una novela romántica (pero no del estilo de El Diario de Noa) en la que destacan las profundas descripciones de la contemplación absorta de la belleza femenina y de la naturaleza. También destacan la narración agónica y el desamparo ante los infortunios de la vida, algo que me parece detectar, a su manera, en la canción Soledad de Xhelazz.

Esta entrada tiene cierto tono de análisis y todavía no he dicho nada negativo del rap. Bueno, hay una cosa que no termina de gustarme. Es bastante recurrente que los raperos (los que he escuchado) digan en sus canciones que el rap es algo así como un estilo de vida auténtico que merece la más apasionada devoción. No lo discuto, pero me resulta raro que lo repitan tanto. Será una crítica al adolescente que se mete a rapero porque hay que adscribirse a una tribu social, será una crítica a raperos del montón. Será una manera de crear identidad y afinidad colectivas. Lo cierto es que si lo asemejo al «estilo de vida del rock», pienso que resulta algo más propio de mentalidad adolescente, como en el caso de parte de la letra de Los rockeros van al infierno de Barón Rojo. Mi rollo es el rock.

La izquierda española no suele hacer gala de su españolidad. Y si se dice así, como que suena extraño. Pero creo que cierta izquierda española, no sólo no reniega de España, sino que es, a su manera, patriótica. Antes de nada, inciso: ¿Qué entendemos por izquierda? Para esta entrada, entiendo izquierda como la inclinación política de aquéllos que no ven con buenos ojos la línea iniciada por el PSOE y continuada después por el PP, de recortes, más dinero a los ricos, menos derechos y menos oportunidades para la población, pelotazos, inshidiash, corruptelas, alta tolerancia a la delincuencia, etc.

Ya que empezamos con definiciones, lo siguiente es decir qué entiendo por patriotismo aquí. Pues, a este nivel, no es otra cosa que el deseo solidario de que aquéllos que pertenecen simbólicamente a la patria estén bien. Se podría complicar más, pero para efectos de esta entrada, así se queda: que los tuyos estén bien.

Cuando nuestros gobernantes y políticos venden un servicio público a sus amigüitos, y luego éstos despiden de sopetón a cantidades importantes de trabajadores (ha pasado o casi pasa), o reducen a la mitad su sueldo (ha pasado), en realidad están arruinando la vida de muchos españoles. Cuando los izquierdosos sindicatos pactaron con la CEOE que los salarios de la población siguieran siendo ridículos con respecto del nivel de precios y carga impositiva, ¿cuán solidario fue aquello? Cuando la persona que debería ser el icono del amor a sus compatriotas, el Rey, se va a matar especies protegidas a safaris de 45.000€ cuando hay millones de sus súbditos españoles en la mierda, el engaño se hace patente. O dicho sea de paso, que este señor se mantenga bastante inmóvil cuando varios miembros de la Familia Real están salpicados por acusaciones de apropiación indebida e indecorosa de dinero público, del dinero de todos, da buena cuenta de su patriotismo. Lo que voy a decir puede sonar un poco perroflauta, pero el prototipo de empresario con su banderita de España en el retrovisor del BMW que luego tiene a un becario por 400€ no es muy patriota, no está siendo solidario con su español vecino. Como dice Julio Anguita en una entrevista de LaSexta Noche: «España son la gente joven que mañana tiene que trabajar«.

Cuando se manifiestan las Mareas Blancas, Rojas o Verdes, que son movimientos a los que fácilmente se les posiciona en la izquierda (aquí no incluyo al PSOE o a los grandes sindicatos), lo hacen para mantener unas condiciones de calidad de vida para el grueso de la población. Esta solidaridad por el pueblo es sentida, creo yo, por muchos manifestantes como el deseo de que sus vecinos españoles estén bien. Simple y llanamente.

Lo fácil sería cerrar esta entrada diciendo, al estilo 15M, que los antisistema y antiespaña son algunos de los políticos que nos dirigen. No niego tal cosa, pero quisiera terminar diciendo que cómo van a comportarse patrióticamente nuestros gobernantes, si no gobiernan para la población. Aún en el caso de que no estuvieran en política para llenar el cazo, tienen que rendir cuentas a sus jefes. Sus jefes no son otros que grandes corporaciones privadas (eléctricas, constructoras, bancos), que ven en los derechos sociales un freno a sus beneficios económicos.

Deus Ex es una saga de videojuegos de la productora Eidos que ha obtenido, salvo su segunda entrega, una crítica muy positiva. Este thriller político de estética ciberpunk, que tiene elementos en común con Blade Runner, Ghost in the Shell o The Matrix, es, pongamos, uno de los videojuegos con mayor trasfondo y con la trama más elaborada de los últimos tiempos. El transhumanismo, el abuso de la tecnología, el exceso de poder o el dilema entre el bien y el mal son temas abordados con frecuencia en los videojuegos Deus Ex. El principal aspecto de la saga es la utilización de aumentos o mejoras (augmentations) en el cuerpo humano para tener mayores capacidades (fuerza, visión, percepción ampliada, telecomunicaciones implementadas en el propio cerebro, etc.).

No obstante, no vengo a hablar aquí de eso, que daría para rato. Vengo a hablaros de la banda sonora, en especial de la música perteneciente a la primera y tercera entregas: Deus Ex (2000) y Deus Ex: Human Revolution (2011).

Vamos con el primer Deus Ex. Compuesta en su mayoría por Alexander Brandon (que ya había trabajado previamente en materia de videojuegos), es una banda sonora encasillable, en su mayoría, en la música electrónica, pero con bastantes escapadas de este género. Leí que la banda sonora fue elemento esencial en la positiva crítica del juego, y no podría ser más cierto. De manera similar a la música de Ennio Morricone, que hace de una película estupenda como La Misión una maravilla para los sentidos, la música del Deus Ex convierte este profundo videojuego en toda una experiencia inmersiva. La música de este juego hace especialmente memorable el infiltrarse en una red de illuminati, el descubrir los secretos del Área 51, o el ver los tira y afloja de las luchas de poder en un nuevo orden mundial distópico.

Esta canción suena cuando el jugador se adentra en el complejo de la UNATCO, Organización Anti-Terrorista de las Naciones Unidas. Fue compuesta, no por Brandon, sino por Michiel van den Bos.

Algo que destaca de estos videojuegos es su ambientación. Los escenarios están diseñados para ofrecer un ambiente poco halagüeño. Rara vez se ve la luz del sol o es tenue, y las ciudades que se visitan están oscuras, sucias y es palpable la miseria en las calles. Vamos, como el Madrid de Ana Botella en 2013. Lo siento, estaba muy fácil el guiño. En la primera entrega del Deus Ex el protagonista recorre las calles de New York y la música de esta parte del videojuego es muy agradable. Podría decirse que parte de la canción no acompaña el sentimiento de decrepitud que acabo de describir (sobre todo a partir del minuto 1:20), pero le confiere una identidad única a este escenario. ¡Si alguna vez visito New York será escuchando esta canción!

El juego tiene su buena dosis de misterio, de sociedades secretas y de contubernios en las grandes esferas de poder. Los illuminati son recurrentes en estos videojuegos. Este grupo en la sombra de gente poderosa que mueve los hilos del mundo tiene un sustento musical con aire parisino muy interesante y absorbente. El siguiente trozo acompaña al jugador mientras se infiltra en una catedral con gran presencia de máquinas asesinas y militares de operaciones especiales con armadura pesada (los cuales dan miedito). El toque de órgano, que sobresale mucho de la estética electrónica de la totalidad de la banda sonora es, para mí, de los mejores momentos, aunque tenga algo de pesado y agónico. En el minuto 3:50 hace un cambio radical y se convierte en un ritmo agresivo que me recuerda muchísimo a las escenas de pelea de la primera película de The Matrix.

Movámonos ya a la tercera entrega (que en realidad es la precuela del primer videojuego), Deus Ex: Human Revolution. Relata el comienzo del uso de aumentos (augmentations) como fenómeno social. En este período (2027) los aumentos son mecánicos (cuando en el primer Deus Ex eran más avanzados, nanotecnológicos) y cómo surgen los primeros grupos de resistencia a que el ser humano experimente para hacerse súperhumano. La instalación de aumentos en seres humanos, y su investigación y desarrollo, están liderados por grandes súpercorporaciones, y los grupos de resistencia son pintados como terroristas. El protagonista del videojuego es el jefe de seguridad de una de estas corporaciones. Tras un ataque a la sede de esta corporación es terriblemente herido y asesinan a la que fuera su novia. Dadas sus heridas, científicos de la corporación deciden implantarle aumentos a lo largo de su cuerpo, sin su permiso (es famosa la frase de Adam, el protagonista, de «I never asked for this«). El ataque deja muchos cabos sueltos y la misión de Adam es descubrir la verdad. Como le diría Garganta Profunda a Scully en Expediente X, no confíes en nadie.

Para mi gusto, la mejor canción de todo el álbum es la que suena cuando el protagonista accede a su apartamento, a su hogar. Lo poco que se conoce de la vida de Adam se ve reflejado en su apartamento. Un apartamento diáfano, poco iluminado y vacío, una cama sola, fotos de personas que ya no están, alcohol y la droga necesaria para que el cuerpo humano tolere las prótesis mecánicas (droga que, por cierto, las corporaciones venden a alto precio). La canción, junto con el escenario del apartamento, pintan un paisaje yermo, solitario y triste. Es todavía más triste pensar que eso es lo que tiene para llamar hogar.

La banda sonora de Human Revolution cumple bien su función de ambientar de manera más que satisfactoria el videojuego. En algunos casos merece la pena explorar el terreno por seguir escuchando la música de fondo. En otros aumenta el impacto de descubrir los engaños y conspiraciones. Sin embargo, desde mi punto de vista no tiene una entidad propia como la de su predecesor, ni es tan absorbente, tan característica.

Lazo RosaEl 19 de octubre es el día internacional del cáncer de mama. En el popular sistema de mensajería WhatsApp hemos podido ver una especie de campaña consistente en cambiarse la foto del perfil a un lacito rosa o, en su defecto, incluir en el estado un emoji de lacito rosa. Este evento ha tenido tal propagación que ha repercutido en la prensa más tradicional.

Ahora bien, ¿por qué todo esto? Apoyar la lucha contra el cáncer de mama es, sin lugar a dudas, una batalla con toda la legitimidad posible. Pero, ¿en qué medida acciones como éstas ayudan a combatir el cáncer?

WhatsApp es, o eso nos dicen, un sistema más o menos cerrado de telecomunicaciones. Esto quiere decir que no es como en Twitter, en donde es más sencillo hacer un cálculo del número de personas (de cuentas) que han publicado determinados hashtags. Por lo tanto, no es fácil saber cuántos  secundan la campaña del lazo rosa.

Además, nada sabemos acerca de qué ocurriría si esa campaña consiguiera un número importante de personas que pusieran el lazo en la foto de perfil. ¿Quizá fuera a hacer que el Gobierno quitara la mortaja del campo de la Investigación? ¿A lo mejor algún magnate haría una donación en vista del apoyo popular? ¿Es posible que persigan formalizar una petición ante alguna institución, tipo Iniciativa Legislativa Popular?

Pues parece que no. Ponerse el lazo es meramente para solidarizarte, para mostrar tu apoyo a la lucha contra el cáncer y a las personas que lo padecen o han padecido.

Quizá ahora venga una aquejada de esta horrible enfermedad y me diga que le da fuerzas para continuar ver el ingente número de usuarios de WhatsApp que cambian su foto por un lazo rosa. No obstante, si nos aventuramos a afirmar que la acción de solidaridad va quedarse en eso, en una foto, y que es difícil por las características del canal (WhatsApp es cerrado) que llegue a enfermos, investigadores y familiares de una manera conjunta, en la campaña del lacito rosa empiezan a verse ciertas fallas.

Creo que en este fenómeno tan viral, y en otros similares que han ocurrido en España recientemente, más que un homenaje a los afectados, es un homenaje a uno mismo.

Desconozco cuántas personas de las que han puesto el lacito se han parado a buscar cómo ayudar, de manera efectiva, a la lucha contra el cáncer. Me pregunto si sabrán que se pueden comprar unas gafas por 6€, lo cual ayudaría bastante más que una foto de perfil en WhatsApp.

Con el lacito nos obsequiamos con una porción de «eres buena persona» y, además, lo proclamamos ante nuestros contactos. ¡Que se note lo solidario/a con el cáncer de mama que somos! ¿Qué ocurre en la mente de los que no han secundado esta campaña? ¿Son procancerígenos, quizá?

Desde mi punto de vista, éste es un comportamiento irreflexivo en el que las consecuencias psicológicas de adoptarlo son muy positivas: «soy buena persona y me solidarizo como el que más»; a la par que no supone el más mínimo esfuerzo para la persona que se une a la campaña. Y encima queda uno cojonudamente, porque en este tipo de fenómenos considero muy importante el encajar en un grupo imaginario llamado la gente.

No puedo evitar comparar este tipo de brindis al sol grupal, si me permitís la expresión, con uno de los factores que considero clave para explicar el éxito del fútbol como fenómeno social. En el fútbol un aficionado puede ganar una Copa, una Liga o un Mundial sentado en el sofá de su casa o en el bar con unos amigos. ¡Un logro tan grande sin esfuerzo para uno! Obtiene un beneficio psicológico enorme sólo por mantenerse fiel a su equipo, por solidarizarse con él.

Creo que esto del lacito, si no va más allá, es un ejemplo de ser solidario desde el sofá. Es como decir que eres un ciudadano solidario y comprometido sólo porque firmas peticiones en Avaaz y Change.org. A lo que hay que añadirle, en este caso, el presumir y aparentar de hacerlo público con la foto del WhatsApp.

Me preguntó si estas muestras de apoyo existirían o tendrían igual magnitud si fuera otra enfermedad, otra con menor aparición en la televisión, u otra que no contara personas famosas entre quienes han tenido el infortunio de padecerla. ¿Para cuándo el lacito para, yo qué sé, la disentería? ¿Para cuándo un lazo en WhatsApp para enfermedades olvidadas en Occidente que causan masacres en países empobrecidos?

Con motivo del horrible descarrilamiento del tren de Santiago de Compostela en julio de 2013 hubo también campañas que tienen puntos en común con este ser solidario desde el sofá. Se hizo un llamamiento general a la población, tanto en Twitter como en WhatsApp (y, seguramente, en otras redes sociales), a participar en un minuto de silencio por las víctimas. Cito textualmente un mensaje recibido por WhatsApp sobre el homenaje:

«Hoy dia 25-07-2013 a las 20:45 hagamos durante un minuto no hablar x wassap x las victimas de santiago, para recordar todos los fallecidos del accidente ferroviario (tres emojis de un tren). Pasadlo a todos tus contactos. Recordar 20:45 un minuto sin enviar nada x wassap. En memoria de los fallecidos. (Tres emojis de ramos de flores)»

En ambos canales hubo presión grupal para sumarse al homenaje y, sobre todo en Twitter, cierto escarnio con aquéllos que no cumplieron el minuto de silencio. ¿No os resulta esto parecido al caso de ser mala persona si no le das un Me Gusta a los pobrecitos niños de algún desastre?

¿En qué medida ese minuto de silencio va a hacer que los responsables de tener una infraestructura ferroviaria con menor seguridad de la debida asuman responsabilidades? ¿En qué medida va a llegar ese apoyo a las víctimas? En el caso de Twitter, es factible que llegue, pero ¿en el caso de WhatsApp?

¿En qué medida no se está reproduciendo de manera irreflexiva con el lacito rosa un homenaje a uno mismo anunciando a los demás lo supuestamente solidario que es uno? ¿Es el lacito rosa el enésimo caso del aparentar en las redes sociales?

Por supuesto, las ceremonias y homenajes tienen su valor para la cohesión de la sociedad y la vida en armonía, pero, como siempre, llamar al escepticismo en cualesquiera comportamientos grupales que se reproduzcan sin crítica tiene todavía más valor.

Los cursos financiados por el Gobierno de España, y creo que también los que vienen pagados con fondos europeos, tienen como requisito incluir un módulo de emprendimiento -que suelen meter al final del temario con calzador-. En éstos aparecen los contenidos básicos de la creación de una empresa: Actitud y valores del emprendedor, plan de empresa, estudios de mercado, análisis de la idea de producto, etc. Vamos, lo típico, ¿no?

En un curso financiado por la Fundación Tripartita que hice, el encargado de dar la obligada materia de emprendimiento nos entregó un artículo buenísimo sobre emprendimiento de la Revista IESE, que podéis leer íntegro aquí.

Me sirvo de este artículo, que considero un fiel y sintético reflejo del discurso sobre el emprendimiento que tanto oímos estos días, para plantear una pequeña reflexión y relacionarlo con otros contextos más o menos afines.

«El Emprendedor no nace, se hace»

El debate innato vs. aprendido con el que comienza el artículo, y que ya podíamos ver en el choque racionalismo vs. empirismo de hace siglos tiene gran peso en nuestras sociedades y baña multitud de inquietudes humanas. ¿Son las habilidades musical o matemática innatas? ¿Cuánto es innato y cuándo aprendido en el ser humano? Para el lector que venga de las Ciencias Sociales esto habrá sido un tema recurrente, aplicado a distintos campos, en su formación. Pues, bueno, el emprendimiento está sujeto también a este debate. He dudado a la hora de escribir debate. Aunque algunos añaden la coletilla ecléctica de que hay predisposiciones innatas, o en el otro polo, que influye mucho el contexto social, se me antoja que se tiende a afirmar que tiene más peso la experiencia y el aprendizaje que el componente innato.

Algo que se extrae con frecuencia de estos debates es que todo el mundo puede ser emprendedor, si se lo propone seriamente.

«Comportamientos concretos que impulsen la creatividad»

El debate innato-aprendido lo he visto también en un concepto que intencionadamente quiero relacionar con el emprendimiento: la creatividad. ¿Por qué la creatividad y no la inteligencia u otra cosa? Porque parece que ser emprendedor va ligado a tener ideas buenas, rompedoras, que innoven. Por lo tanto, parece que para ser emprendedor hay que ser creativo. Como digo, en la creatividad hay también un debate de si ésta se cultiva o se nace con ella. Es que siempre ha tenido mucha imaginación. Probablemente la mente del niño tenga grandes capacidades creativas, y es la fuerza y la disciplina de la escolarización y de la asimilación de normas sociales la que la va mermando.

«La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias.» (Atribuido a Einstein)

Me da la sensación de que, cuando se habla de las características que tiene/ha de tener un emprendedor, se puede sustituir la palabra por «persona creativa» y la frase sigue teniendo sentido semántico. Podemos hacer la prueba en el artículo de IESE. Algunos teóricos de la creatividad, aunque pudiera parecer lo contrario, afirman que la creatividad es una habilidad que se puede trabajar. ¡Euréka! Hablo de la libre asociación de ideas, de probar posibles combinaciones, de imaginar escenarios. En definitiva, hay alguna que otra similitud en el trasfondo de ambos conceptos.

La creatividad últimamente la veo (o esa sensación me da) en boca de muchos. Si accedemos a Coursera, un enorme y popular gestor de formación online superior gratuita y abierta, hay algún que otro curso que habla de creatividad en el mismo título. Quizá el curso más saliente en la línea que vengo escribiendo sea Developing Innovative Ideas for New Companies: The 1st Step in Entrepreneurship (Desarrollando ideas innovadoras para las nuevas empresas: El primer paso en el Emprendimiento). No sé si de moda pero es algo con importante demanda social, al igual que el emprendimiento.

«La formación es fundamental»

Si lo pensamos, que el ganador del debate innato vs. aprendido sea, o parezca ser, lo aprendido tiene consecuencias positivas para el sector de la formación. Ya que puedo aprender a ser emprendedor -muchos expertos lo dicen-, vamos a ver dónde me pueden formar mejor para ello. El título del artículo de IESE es «Claves para despertar el emprendedor que hay en ti«. ¿Es como la calvicie, que está en ti y llegado un punto en la vida despierta? ¿Es que está la semilla en ti y la cultivas? En cualquier caso, el artículo abre con un debate y finaliza, de una manera un tanto tendenciosa, con un epígrafe titulado «La formación es fundamental». El debate estaba decidido antes de empezarlo.

Muy en la línea de la formación, el aprendizaje para toda la vida o longlife learning es una tendencia que empezó a resonar en macro-instituciones como la UNESCO (página 84 en adelante). Por otro lado, en esta página de la Unión Europea que muestra la legislación, actas, comunicaciones y demás, se recoge que «la Educación debe desarrollar la conciencia de emprendimiento desde una edad temprana«. Y desde el ámbito de la Educación formal y de la producción de literatura académica hay gran cantidad de publicaciones que tratan el emprendimiento. Esta misma página concibe el emprendimiento como una competencia clave para el aprendizaje para toda la vida. A nivel estatal también ha calado este concepto. Con motivo de los cambios recientes en los certificados de profesionalidad, el BOE del 21 de marzo de 2013 afirma en la misma introducción que estas acciones formativas favorecen «el aprendizaje a lo largo de toda la vida de la población activa».

Aprender a lo largo de la vida es algo que, de un modo u otro, se da, sin necesidad de que baje nadie a ponerlo de moda. Quiero llamar al escepticismo sobre este concepto, parafraseando a Luis Alonso Enrique, diciendo que la formación para toda la vida es otro filtro a los trabajadores, que excluye de las partes más bonitas del sistema a aquéllos que no tienen la oportunidad de apuntarse constantemente a cursos, obtener certificados, etc.

Emprendimiento, aprendizaje para toda la vida, creatividad, u otros como sociedad del conocimiento, nativo digital. Son términos rimbombantes que se ponen de moda obedeciendo a una agenda político-económica o una veta importante de hacer negocio. De manera similar a los términos liderazgo 2.0, coaching o e-learning.

Este artículo de la revista IESE me ha parecido que tiene una retórica similar a los muchos artículos pseudoacadémicos que presentan las grandes ventajas de la pizarra digital, la realidad aumentada, la <tecnología o práctica de moda>, etc. Si es que, en definitiva, muchas veces hay que montarse en el carro para ganarse el pan, ¿no?

Herbalife, ¿estafa?

Publicado: junio 2, 2013 en Trabajo
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Esta entrada es una experiencia más y una opinión personal sobre el notorio trabajo de comercial o “distribuidor” que oferta Herbalife. Se ha dicho sobre ellos que estafan a este tipo de trabajadores. Buscad en Google “Herbalife estafa”. He leído también críticas a sus productos, pero pasemos al tema de sus trabajadores. Esta posible estafa consiste, por lo que yo he entendido, en que el comercial compra primero los productos de Herbalife, de su bolsillo, y luego los vende. Herbalife cobraría una comisión y en caso de pérdidas, bueno, parece que el que se lo come es el comercial.

Dicho esto, recibo en mi teléfono una llamada para una entrevista en la calle Orense, 10, para Herbalife. Me resulta sorprendente, chocante, que la persona me pide permiso para hacerme unas preguntas en primer lugar y lo que pregunta es si ya conocía Herbalife. A mí me gustan bastante poco los deportes televisados y no había reparado nunca en los sponsors de Herbalife. Me sonaba el nombre y ya. Así que respondo, sin estar yo mismo demasiado seguro, que me suena de haberlo visto en tiendas o anuncios. Ahora ya sabiendo todo esto me pregunto si estos entrevistadores de verdad esperan que alguien les responda: “Sí, bueno, he buscado en Google la empresa y aparece gente quejándose de que es una estafa”. Otra cosa que me parece extraña es la tremenda insistencia de esta persona en acudir a la entrevista “formal” y “con zapatos”. Colgamos. Me pongo a buscar en mis habituales bolsas de empleo la oferta, pero no la consigo encontrar. Son tantas ofertas y tantas páginas de búsqueda de empleo que no  recuerdo haberme inscrito. En algunas páginas, como InfoJobs, las empresas pueden navegar por los demandantes de empleo, si se tiene así configurado el perfil. Quizás me hayan encontrado así. La curiosidad, y el convencimiento de que todas las entrevistas sirven para aprender, hacen que resuelva ir a la entrevista, aun después de haber leído las críticas, y pese a no saber muy bien cómo han dado conmigo.

Llego puntual a la cita y al entrar en el portal advierto a dos porteros, con un pin en el cuello del traje donde se lee I love Herbalife. Me preguntan si vengo por la entrevista, y me piden que espere, que están montando la sala. Espero. Conmigo empiezan a hacer cola también los otros citados. Gente de todo tipo. Desde los veintipico años a los cincuenta. Al entrar, como han dicho otros, nos reciben muchos recepcionistas agitados pero sonrientes que saludan cordialísimamente con un buen apretón de manos. Somos una treintena o por ahí los que hemos venido. Nos hacen esperar hasta ser llamados por quien nos llamó por teléfono. Llegado el momento, aparece el que se encarga de mí y me invita a sentarme y esperar en una sala grande, de audiencias, donde hay un proyector, una tarima y un atril. Van llenándose los asientos. A ambos lados de la tarima donde habla el ponente, y como custodiando el lienzo del proyector, una bandera de España y otra de EEUU. En un lateral, un póster enorme de Messi luciendo el logo de Herbalife y junto a él, el de un baloncestista que no sé quién es. Veo también una mesita y estanterías en ambos extremos de la habitación con productos y folletos de Herbalife.

Mientras van acomodando a la gente, el portátil conectado al proyector reproduce varios vídeos con música marchosa en la que salen personalidades del deporte internacional haciendo gala de Herbalife. Futbolistas haciendo impresionantes chilenas a cámara lenta, Beckham luciéndose, Messi superándose a sí mismo. Desafío tras desafío. En Europa, en América, en Asia. Son varios vídeos relativamente cortos que dan cuenta del alcance y éxito mundial de esta empresa. La música me recuerda a esos anuncios de campeonatos de fútbol (ésos que suelen terminar con un patrocinio de MasterCard) que tienen música épica como si fuera una batalla de película de acción hollywoodiense.

El siguiente paso, tras una ligera espera, es rellenar una ficha, no más de un folio, con nuestros datos personales. Nada excesivamente invasivo: nombre, apellidos, dirección, teléfono, nivel académico, idiomas, banda salarial, etc. Tras ello sube y se presenta la ponente principal, que nos cuenta con un PowerPoint los principales aspectos de Herbalife: su historia, grandes personalidades que están en la empresa, sus productos, etc. Explica de manera rápida el sistema de cobro que seguiría el empleado y menciona que como requisito para trabajar el comercial tiene que solicitar al Estado que le expida una “licencia de distribuidor” que sale por 120 ó 130€, si la memoria no me falla. Salvo esto, en ningún momento se ha dicho explícitamente que hay que hacer un desembolso de dinero propio para trabajar, para comprar los productos a vender. Igual eso queda para la entrevista personal posterior, o para el curso de formación que creo se imparte al día siguiente. No lo sabré.

Como esperaba tras haber leído las crónicas en Internet de otras personas, la ponente da, al final de su exposición, la palabra a los trabajadores más recientes de la empresa, entre ellos, el que me citó a mí para la entrevista. Cada una de estas personas va contando su testimonio, luego les aplaudimos en cuanto terminan  y dan paso al siguiente. A lo mejor pasan ante nosotros algo más de diez personas. Los testimonios siguen más o menos una estructura similar: 1) Mi vida antes tenía un problema equis (sobrepeso, ansiedad, poca masa muscular, fatiga); 2) Conozco Herbalife; 3) Mi salud/calidad de vida mejora; 4) Estoy tan encantado que paso a trabajar para Herbalife vendiendo sus productos, trabajando a mi ritmo y facturo al mes tantos euros (si mal no recuerdo, los rangos de ganancias al mes iban de los 500 ó 600 hasta 8000€ el último ponente, quien, además, me dio la sensación de que era un peso pesado dentro de la oficina). Caigo en la cuenta de que estas personas son también muy dispares. Imagino que igual que la audiencia. Gente del malogrado sector de la construcción, mecánicos, universitarios, funcionarios, etc. También de manera similar a la audiencia, hay gente de todas las edades, colores, vendedores, etc. Ponen de relieve que el trabajo es flexibilísimo (de ahí la disparidad de ingresos): te vale si tienes un niño que cuidar, si tienes que estudiar, si tienes otro trabajo, si quieres trabajar a tiempo completo. De todo. Algunos portan fotografías impresas que muestran la mejoría física a raíz de tomar Herbalife. Por lo que puedo apreciar –soy algo miope–, parecen ser honestos con las fotos y no ponen a otra persona que se le parezca. No puedo evitar advertir que la ponente principal, que ahora permanece en silencio, dominando desde el atril toda la estancia, pareciera juzgar con la mirada a los que van contando su testimonio. Igual es su jefa.

Ya ha pasado poco más de una hora. Ahora nos piden que esperemos y la persona que nos citó nos llamará enseguida para una entrevista individual. Llega mi turno y la persona en cuestión me lleva a una habitación con muchas mesas, en las que están entrevistando otras personas, y me invita a sentarme. En una mesa sencillita, y con un trato bastante cercano, me pregunta acerca de mis impresiones. Le hago saber que no me convence y sin dejar de sonreír me entrega su tarjeta y me despide con otro buen apretón de manos. Para casita.

Me dio la sensación de que habían pulido este procedimiento hasta la perfección, utilizando con soltura técnicas que los psicólogos sociales han identificado para que la persuasión sea más efectiva. En varios puntos de la entrevista, intentaron que percibiéramos como similares a los trabajadores de Herbalife. Como si pudieran ser perfectamente uno de nosotros. ¿Para qué? Si yo te considero parecido a mí, me voy a creer más lo que me digas que si me lo cuenta alguien que me produce indiferencia o rechazo. También me puede caer mejor alguien de mi equipo que el de otra zona. A mí me recibió un chaval de mi edad, apuesto y caucásico, pero me dio la sensación que a los compañeros sudamericanos los acomodaba una mujer sudamericana guapa y arreglada. Las personas que dieron su testimonio parecían personas «normales» y ésa era la impresión que querían transmitir.

Si asociamos algo que consideramos positivo, a algo que ni fu ni fa, o a algo negativo, se puede lograr que se le pegue algo de positivo. Por ello había un póster enorme de Messi, jugador de la más alta élite. Por ello, salían Beckham y demás grandes deportistas en los épicos vídeos. En línea muy similar con esto, si yo te digo que han descubierto un nuevo planeta orbitando en el Sistema Solar tiene bastante menos credibilidad e influencia que si lo ves publicado por el equipo de investigación de la NASA. Si la fuente tiene fama y prestigio de credibilidad, casi tiene todo el trabajo hecho. Quizá en conocimiento de este mecanismo, la ponente hizo hincapié en que en Herbalife han estado o están premios Nobel, exconsejeros de Obama y Clinton, y demás gente muy lista. En ninguna entrevista me había encontrado con que una empresa necesite cuarenta y cinco minutos de propaganda para decirme lo gloriosa que es antes de ponerse a hablar de las condiciones del trabajo.

En definitiva, mi opinión es que esto no es trigo limpio y tiene cierto aire sectario-religionario.

Como le ocurre a muchos españoles universitarios gran parte de mi neófita andadura laboral ha sido a través de becas. ¡Oh, beca! ¡Qué gran y maravilloso concepto! Quiero decir algunos puntos sobre las becas y prácticas. Becas siempre entendidas como de trabajo, no de ayuda económica.

A modo de preámbulo, valoremos las prácticas de las carreras. En algunos sitios lo llaman practicum, que suena mejor, ¿no? Me parecen necesarias pedagógicamente hablando, y pueden ser una buena oportunidad de salirse de apuntes, PowerPoints y trabajos de clase. Lo ideal sería que te pagaran algo, menos de lo que se le retribuiría a un trabajador de pleno derecho y conocimientos, pero algo. Bueno, no siempre puede ser así, y podemos argüir que la retribución que se obtiene es en forma de conocimientos. Pero creo necesario que el practicante no tenga que pagar. Pagar por trabajar es algo que entristece, que rebana la motivación y que es injusto; y es que cuando uno paga 18 ó 20 créditos de prácticas de carrera, podemos estar hablando de 200 ó 300€ fácilmente. Eso en mi época, será más ahora con el regalo del PP de subir las tasas universitarias. En este sentido, creo que el coste de la matrícula de las prácticas debería ser o simbólico o nulo. Creo que la universidad española está haciendo en este aspecto algo moralmente nefando e indecoroso.

Pasemos a las becas de trabajo, becas extracurriculares, becas en empresa, etc.becario1 Hemos llegado al punto en que las becas se conciben como puestos de trabajo mini. He llegado a ver «Beca para recepción», en la página de empleo precario primerempleo.com. ¿En serio? ¿Cuánto puede ser el período de adaptación/aprendizaje de un controlador de acceso? ¿De verdad necesitas hacer convenio con la universidad del pobre diablo para ello? ¿Hay beca para repartidor de prensa?

Es precisamente este abuso lo que me ha llevado a pensar que las becas de trabajo deberían ser desde la universidad u organismo que las convenie prescriptivamente breves, no más de 6 meses. O menos. Para ver si el trabajador merece la pena, es tiempo más que suficiente. Pongo un ejemplo de por qué. Yo estuve en una pyme de 12 empleados en la que casi el 50% eran becarios. El empresario, muy sufrido él, prometía que si la cosa iba bien contrataría. Pero, claro, como él mismo decía, el precio del empleado se triplica como poco al pasarlo de becario a persona. Quiero decir, a trabajador con contrato. Así pues fue pidiendo prórrogas del convenio a todo becario que tenía a la vista. Al final decidí irme, porque quería el buen hombre prorrogar otra vez el convenio. Aun cuando la empresa no estaba teniendo pérdidas, había adquirido nuevo mobiliario y equipos audiovisuales caros, hecho viajes a otro continente y contratado (no beca) otras personas. Esta persona no es ningún santo, pero tampoco un empresario que abra una fábrica textil en Bangladesh. Si uno se pregunta por qué los políticos españoles roban tanto, la primera respuesta es porque pueden. Hace falta regulación en las becas y protección al becario. Podemos acusar del atropello en cuanto a derechos laborales que sufrimos los becarios al empresario despiadado, pero también al vacío legal-administrativo que rodea la beca. Y es que el empresario tiene que resistir la tentación para no subemplear esta mano de obra regalada.

Tristemente, con los tijeretazos de los gobiernos de PSOE-PP se ha abaratado la mano de obra española en general, y en particular se ha potenciado la figura del becario y otras formas de empleo precario. Y digo se ha potenciado porque estas ofertas crecen hasta el punto de que un chavalín imberbe como yo, que se encuentra en la franja de edad más castigada por el desempleo, tenga la sensación de que las bolsas de empleo sólo paren becas.  Pareciera que infinitud de empresarios han decidido subirse al carro del beca.

En esta línea, ha llegado a mis oídos el llamado truco de la UNED. Es algo habitual leer en ofertas algo así como abstenerse aquéllos que no puedan firmar convenio con universidad. Pues bien, el truco de la UNED consiste en matricularse de una única asignatura en esta universidad online y, así, ya poder establecer convenio. ¿Futuro laboral, decías?

La campaña No más Becas por Trabajo, impulsada por Oficina Precaria, cuenta el trasfondo de esto de una manera bastante más sistemática que yo. Os dejo el vídeo de las implicaciones de ser becario:

Dad una palmadita en la espada y unas palabras cálidas de comprensión la próxima vez que os crucéis con un becario.